El objetivo no es solo proveer un espacio atractivo y seguro para el juego, sino también generar un entorno que permita a los más pequeños desarrollar habilidades fundamentales de manera natural y divertida. Uno de los principales beneficios será el fortalecimiento de las habilidades sociales, a través de la interacción espontánea con otros niños.
En un mundo cada vez más digitalizado, el juego en la plaza adquiere una importancia renovada. A diferencia de las pantallas, que muchas veces limitan la creatividad y reducen la actividad física, correr, trepar, hamacarse o deslizarse en los juegos fomenta la exploración activa, la coordinación motora y la resolución de problemas, además de enseñar valores como el trabajo en equipo, la empatía y la convivencia. Las plazas son verdaderos microcosmos donde los niños aprenden a compartir reglas, esperar turnos y gestionar frustraciones: aprendizajes esenciales para la vida en comunidad.
El vínculo entre ambas plazas se resolverá mediante un cruce a nivel, donde se priorizará al peatón. La propuesta se destaca por su simplicidad en el uso de materiales -hormigón coloreado y adoquines articulados- y por la incorporación de un eje central de superficie blanda de caucho volcado in situ, donde se instalarán los juegos para los más pequeños.
Sobre la Plaza 9 de Julio, la gran atracción será una fuente de luz conformada por un juego lumínico con ambición de escultura. Se trata de una intervención artística que propone un auténtico debate entre lo concreto y lo abstracto, entre luz y materia, y que convertirá al espacio en un punto de referencia urbano.
En definitiva, se trata de una apuesta ambiciosa que busca rescatar la esencia histórica de estas plazas, modernizar sus instalaciones y proyectarlas hacia el futuro. Una obra que no solo revitaliza un punto estratégico de la ciudad, sino que además reafirma a los espacios públicos como motores de integración, cultura y desarrollo para las próximas generaciones.