Cumbre Trump–Putin en Alaska: ¿punto de inflexión?
El viernes 15 de agosto en Alaska, Donald Trump y Vladímir Putin se verán las caras para “explorar” un alto al fuego en Ucrania, discutir sobre la OTAN, las sanciones económicas y la seguridad europea. Kiev exige un lugar en la mesa de negociaciones, mientras se degrada su situación en el frente.
Donald Trump y Vladímir Putin tendrán un encuentro bilateral para negociar una hoja de ruta hacia el cese del fuego en Ucrania y discutir el marco de seguridad europeo. Washington llega con la idea de parar o congelar el frente para redirigir su atención estratégica en función de la disputa con China. Moscú, que arriba con ventaja táctica sobre Ucrania en el campo de batalla, pretende compromisos escritos que limiten el cerco que la OTAN fue estableciendo en su frontera oeste y un alivio de las duras sanciones impuestas.
A poco de anunciada, el propio Trump le bajó las expectativas al afirmar que será un “feel-out meeting”, es decir, una reunión para “tantear el terreno”, más exploratoria que concluyente. La Unión Europea remarca que no habrá acuerdos sin Ucrania y que toda discusión debe incluir garantías creíbles.
De la escalada al cara a cara
La cumbre llega luego de dos semanas de una peligrosa escalada de sanciones, ultimátums y provocadoras maniobras militares por parte de Estados Unidos y crecientes respuestas amenazantes rusas.
Tras el reciente viaje del emisario trumpista Steve Witkoff a Moscú, donde se entrevistó con Putin, el presidente Trump anunció la reunión, augurando entendimientos mutuos para avanzar en ponerle fin a la guerra.
Se dio una curiosa “confusión”: Witkoff afirmó que Putin estaba dispuesto a quedarse “solo” con las regiones de Donetsk y Lugansk, cuestión desmentida inmediatamente por el Kremlin.
La OTAN, comandada por Estados Unidos e integrada por otros 31 países, definió la cita como una prueba para medir la voluntad de Putin. La Unión Europea presionó con una declaración conjunta (con algunas excepciones): “el camino a la paz en Ucrania no se decide sin Ucrania; las fronteras internacionales no se negocian por la fuerza; cualquier cese debe conducir a un acuerdo integral con garantías robustas”.
Europa, además, se coordinó para llegar con una posición común: Berlín, París, Varsovia, Roma, Londres, Helsinki y el Consejo Europeo preparan una videollamada con Zelenski y contactos con la Casa Blanca antes del viernes. Desde Varsovia, la capital polaca, su primer ministro, Donald Tusk, afirmó sentir “temor y esperanza a la vez” y reafirmó que “no se puede cambiar fronteras por la fuerza”. Polonia es miembro de la OTAN, de la Unión Europea y tiene una importante frontera tanto con Ucrania como con Bielorrusia, leal aliada de Rusia.
Un acuerdo de paz en Ucrania… ¿Sin Ucrania?
Desde el inicio de la invasión, ha sido el pueblo ucraniano y sus Fuerzas Armadas las que han resistido valientemente, he impedido que Rusia gane la guerra rápidamente, como se preveía dada su abrumadora superioridad militar.
A pesar del avance inicial, con el que Rusia llegó a ocupar cerca del 30% del territorio, y de la fenomenal destrucción ocasionada, los invasores se toparon con una formidable resistencia que evitó la caída de Kiev y otras ciudades, con feroces combates callejeros.
Sobre esa base fue que, a medida que se fue prolongando la lucha, Estados Unidos y la OTAN comenzaron a enviar ayuda militar a fin de desgastar a las Fuerzas Armadas rusas, aprovechando que fueron y son los ucranianos quienes combaten. Siempre según la conveniencia estadounidense y con múltiples chantajes sobre Kiev.
De ahí que es inaceptable para Ucrania que Trump negocie en su nombre un alto al fuego o incluso un acuerdo de paz. En los últimos días, Zelenski viene presionando para tener voz en las negociaciones. Recientemente, afirmó que “los ucranianos no darán su tierra al ocupante” y que ninguna decisión sin Ucrania traerá paz. Exige que el punto de partida sea un cese real en la línea de frente.
Desde Moscú, el asesor presidencial Yuri Ushakov justificó la elección de Alaska como sede para la cumbre, por la vecindad a través del estrecho de Bering, y confirmó el formato estrictamente bilateral. El vocero ruso Dmitri Peskov añadió que las posiciones son difícilmente conciliables de inmediato y que hará falta trabajo diplomático muy complejo. En paralelo, James Vance, vicepresidente de EE. UU., avisó que un eventual acuerdo “no va a dejar contento a nadie”.
¿Qué se discutirá en Alaska?
Washington afirma que buscará un alto el fuego “verificable” con monitoreo satelital y umbrales de violación claros. Este tipo de controles ya fue implementado en su momento por los acuerdos de Minsk entre Rusia y Ucrania tras la anexión de Crimea en 2014.
Con relación a la situación del frente de batalla, es improbable que el Kremlin quiera congelar hoy la línea de contacto. Kiev exige reversibilidad territorial y rechaza cualquier “intercambio” que legitime conquistas. Trump deslizó que podría haber cambios, lo que en Bruselas (sede de la UE) encendió alarmas.
Sobre el avance de la OTAN cercando a Rusia, Moscú pide compromisos escritos de no expansión y límites a despliegues de tropas y misiles, mientras que la contraparte impulsa garantías materiales para Ucrania como defensa aérea, entrenamiento y financiamiento sostenido, sin conceder a Rusia un veto sobre su política de alineamiento internacional.
Rusia busca alivio ante las sanciones —incluida una salida para los activos congelados en cuentas bancarias europeas y norteamericanas— y levantamientos parciales según cumplimiento de los acuerdos; EE. UU. y, especialmente, la Unión Europea presionan por condiciones especiales ante violaciones a los términos.
El abanico de posibles escenarios van desde un “cese verificable” hasta un fracaso que implique un salto en el conflicto. Es imposible que haya un acuerdo sin Ucrania como parte de la discusión.
En el mejor de los casos, en esta cumbre bilateral puede acordarse un primer marco sin cese inmediato que “ordene expectativas” y traslade la discusión a una siguiente reunión con la participación ucraniana.
Trump tuvo que aclarar que no cerrará un trato ahora: quiere “tomar la temperatura” de Putin, hablará con Zelenski y con líderes europeos, y, si hay margen, empujará una reunión posterior entre Rusia y Ucrania. Reiteró que “sabrá rápido si hay posibilidades” y volvió a sugerir que podría haber intercambio de territorios, opción rechazada por Kiev y desaconsejada por la UE.
Putin no necesita cerrar una paz duradera ahora: sí, negociar algunas concesiones para normalizar parcialmente las relaciones diplomáticas y relajar la presión económica.
La situación del frente: Donetsk comprometido
Mientras Alaska se prepara, el frente de Donetsk marca el pulso. En el oeste del Donbás, precisamente en el eje Pokrovsk–Dobropillia y en el oeste de Bakhmut, Rusia presiona con ganancias territoriales constantes a base de un alto uso de drones y permanentes infiltraciones de grupos de reconocimiento y sabotaje. Con munición guiada y artillería de precisión afecta duramente las rutas logísticas ucranianas.
Kiev padece la falta de soldados y armamento, lo que deja “huecos” grandes en toda la primera línea, cuestión que logra mitigar a base del uso de miles de drones kamikazes.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus iniciales en inglés) describe ofensivas rusas persistentes con avances limitados y costos altos en vidas. Medios OSINT (inteligencia de fuentes abiertas) ucranianos como DeepState informan de una reciente ruptura de la línea defensiva cerca de Dobropillia y de avances que, si se consolidan, amenazan seriamente el oeste de Donetsk y el resto del Donbás. El bloguero militar Tatarigami afirma que no hay ruptura general de momento, pero la ciudad estratégica de Pokrovsk puede volverse insostenible si la brecha se ensancha.
A su vez, crecen los conflictos internos en Ucrania. Tras las masivas protestas en julio, el presidente Zelenski revirtió el intento por reducir la independencia de los entes anticorrupción y presentó un proyecto que restituyó su autonomía; aun así, persisten causas sensibles abiertas y una caída de confianza en el pueblo.
Además, por primera vez un oficial ha criticado públicamente al gobierno y a la jefatura militar. Bohdan Krotevych, teniente coronel de la Guardia Nacional y comandante de la ultraderechista Brigada de Azov, cuestionó las decisiones de Zelenski y del alto mando y calificó la situación en Pokrovsk como un “desastre completo”.
¿Acuerdo conveniente entre Trump y Putin?
Es difícil que Alaska pueda construir un alto al fuego “verificable” que avance hacia un proceso más amplio de paz, menos aún sin Ucrania en la mesa de negociaciones. Un cese sin “verificación” puede derivar rápidamente en “fuegos oportunistas” que abran un proceso de denuncias cruzadas de violaciones, lo cual podría eventualmente servir de excusa para que Putin se victimice y ordene reactivar las operaciones.
Rusia intenta avanzar todo lo posible en la línea del frente antes de un posible acuerdo, por lo que necesita ganar tiempo mientras da muestras de voluntad de diálogo. Hoy tiene una creciente ventaja táctica en el terreno y ha avanzado en fortalecer su capacidad militar e industrial. Al mismo tiempo, necesita levantar, aunque sea parcialmente, las sanciones que pesan sobre su economía para evitar una mayor dependencia de las exportaciones hidrocarburíferas hacia China.
Trump quiere mostrarse como el “pacificador”, tal como acaba de hacerlo en la mediación entre Armenia – Azerbaiyán y como intentó con el conflicto Camboya – Tailandia. Tiene la decisión de transferir hacia Europa la carga económica y militar del apoyo a la resistencia ucraniana para concentrar sus esfuerzos en la disputa con China. Al mismo tiempo intenta meter una cuña en la relación de ésta con Rusia.
El pueblo ucraniano, luego de largos años de combate, observa estas negociaciones con desconfianza y descreimiento. Mantiene mayoritariamente la decisión de resistir la ocupación.
Por Ernesto Migone (Infodata)